La coordinadora del Proyecto Sindical-Laboral de la Fundación Friedrich Ebert en Argentina, Mónica Sladogna, habló con Latam Gremial sobre los proyectos que encaran desde la federación, las implicancias del trabajo remoto en la región, la inserción de nuevas tecnologías en el ámbito laboral y sindical, la naturalización de la violencia de género a través de las redes sociales, entre otras cuestiones.
¿Cuáles son los próximos proyectos que encararán desde la federación y cuál es la agenda programada para 2022?
La oficina de FES Argentina desarrolla distintas áreas y, desde el Covid-19 en adelante, en la que coordino nos fuimos focalizando en los impactos de los procesos de digitalización y automatización en quienes trabajan y, fundamentalmente, en las formas de representación de sus intereses. Los cambios a nivel de la estructura de la organización sindical deberían adecuarse a una sociedad donde el análisis de datos sea una de las formas de vínculo con quienes representan. Algo ya pasa con los procesos de afiliación virtual.
Lo que pasa es que, estas nuevas tecnologías también requieren un cambio en la estructura, un cambio que la atraviesa, no solo se trata de generar sólo una nueva área, o secretaría focalizada en la atención de una necesidad especifica. Es un problema que atraviesa desde la infraestructura física de la organización hasta las formas como las organizaciones sindicales acceden a los datos de quienes trabajan, cómo cuidan la protección de datos de quienes representan.
¿Cómo ves ese modelo de organización sindical en América Latina?, un continente donde la actividad sindical es limitada y en donde estas discusiones han sido postergadas.
No considero pensar un modelo de estructura para toda la región o todos los sectores, que se imponga sobre situaciones muy desiguales muy diferentes entre sí.
Considero que debemos diferenciar la urgencia de lo estratégico. Todas las organizaciones hablamos del fututo del trabajo y cómo se construye. Este es un tema que no podemos soslayar en nombre, solamente, de la precariedad laboral, de los niveles de informalidad o del ataque hacia las organizaciones sindicales, que en algunos países es brutal.
Más allá de la urgencia, tenemos que pensar los impactos de la innovación, que son distintos en cada sector y en cada región, pero que, aunque impacte de manera diferenciada es un desafío que no podemos dejar de lado.
Justamente, yendo a esos temas que son urgentes, ¿Cuáles crees que son los de América Latina y el Caribe?
Algunas urgencias están relacionadas con el respeto de los derechos básicos y las mejoras de las condiciones de trabajo. Ahora está muy fuerte la línea del empleo verde y el empleo sustentable, considero que hay que vincularlo fuertemente con la defensa de condiciones de trabajo dignas. Ese es tema que hay que abordar de manera estratégica, comprendo las urgencias porque si hay despido, desigualdad y violencia laboral, obviamente, una agenda de emergencia nos invade, pero más allá de estas cuestiones hay que preservar los espacios para este tipo de reflexiones.
Desde la Fundación Ebert, en la Argentina, buscamos encontrar este lugar que nos convierte en un espacio de discusión para estos temas. Analizar y reflexionar sobre cambios que están modificando no solo las relaciones laborales, sino, también, las relaciones políticas y sociales. Los cambios son tan profundos que parecen destruir la sociedad y convertirnos en una masa de individuos aislados, y eso nos impulsa a pensar en nuevas formas de representación colectiva.
Creo que también hay que analizar nuevos-viejos problemas que se están potencializando por el uso de las nuevas tecnologías. No solo se ha extendió la jornada laboral, sino que se ha intensificado también. ¿Mayor productividad y menor empleo? ¿Cómo se mide y se distribuye esa ganancia?
Un efecto que hubo es que, estas tecnologías están modificando, y quiero ser prudente en términos de no hacer generalizaciones, el sentido ir a trabajar, el sentido que tiene el lugar de trabajo y el horario de trabajo. Vos pensá que el teletrabajo trajo nuevos espacios de trabajo a la casa, y también una nueva construcción del tiempo del trabajo, por eso hacemos énfasis en analizar el derecho a la desconexión.
Algo que está pasando, es que aparece el fenómeno de trabajo por objetivos, no se está trabajando en base a la categoría del convenio. Hay que repensar que hay un impacto en la construcción del sentido del trabajo y con ello en la construcción de la identidades y solidaridades colectivas.
Ustedes realizan varias investigaciones acerca de la violencia de género en los espacios de trabajo, ¿Cómo evalúas ese panorama en la región?
Yo distinguiría ahí dos espacios: la violencia en ámbito de la política donde las funcionarias, las militantes políticas son atacadas con una violencia inaudita favorecido por el uso extensivo de las redes sociales y con discursos de odio promocionados desde el anonimato y relacionados a cómo se expresan y de qué manera.
Por otro lado, en el ámbito de lo laboral, yo creo que hay una oportunidad para América Latina con la aprobación del Convenio 190. Esto permite visibilizar formas de violencia en el ámbito laboral, incluso digitales que requiere del desarrollo de ciertos procedimientos para proteger a las víctimas y para garantizar una justicia “realmente justa”.
Me parece que es interesante, porque, por un lado, permite transparentar situaciones de violencia de distinto nivel y también procura establecer ciertos procedimientos para establecer mecanismos que protejan a la víctima y la institucionalidad que genera el Convenio.