En su más reciente informe, la Organización Internacional del Trabajo advierte que 708 millones de mujeres en todo el mundo no pueden participar en el mercado laboral debido a responsabilidades de cuidado no remunerado, una cifra que representa una barrera significativa para su inclusión.
Según el organismo, el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, celebrado el 29 de octubre de 2024, fue la ocasión para destacar esta problemática. “Las mujeres asumen una parte desproporcionada de las responsabilidades de cuidado», explicó Sukti Dasgupta, directora del Departamento de Condiciones de Trabajo e Igualdad de la OIT.
El informe, que abarca datos de 125 países, señala que el 45% de las mujeres fuera de la fuerza laboral citan las responsabilidades de cuidado como la razón principal de su exclusión, frente a solo el 5% de los hombres. Para la OIT, esta disparidad refleja profundas desigualdades de género en cuanto a la distribución de tareas domésticas y de cuidado, lo cual «profundiza las desigualdades de género» y limita las oportunidades de empleo para las mujeres.
En cuanto a las diferencias regional, el documento evidencia que en África del Norte y los Estados Árabes, más de la mitad de las mujeres fuera de la fuerza laboral señalan el cuidado como la razón principal, mientras que en Europa del Este este porcentaje es solo del 11%. Para abordar estos desequilibrios, la OIT adoptó en junio de 2024 la Resolución sobre Trabajo Decente y Economía del Cuidado, que propone políticas para mejorar las condiciones de las trabajadoras de cuidado y reducir estas brechas.
Rafael Diez de Medina, estadístico Jefe de la OIT, subrayó la importancia de estos datos para impulsar cambios en la economía del cuidado y enfatizó la necesidad de «nuevos estándares estadísticos para mejorar los datos sobre el trabajo de cuidados».
Por su parte, el Director General de la OIT, Gilbert F. Houngbo, afirmó que “la forma en que el cuidado está actualmente organizado tiende a reforzar las desigualdades de género y sociales». Para Houngbo, mejorar la economía del cuidado no solo ayudaría a las familias, sino que también impulsaría una «fuerza laboral más saludable» y contribuiría a la justicia social.
