A diez años de la adopción del Convenio sobre las trabajadoras y trabajadores domésticos, la Organización Internacional del Trabajo señaló que todavía hay una lucha constante para que se les reconozco, en gran parte del mundo, su condición de trabajadores y de prestadores de servicios esenciales.
“En el peor momento de la crisis, la pérdida de empleo entre quienes realizan trabajo doméstico fue de entre el 5 y el 20 por ciento en la mayor parte de los países de Europa, y también en Canadá y Sudáfrica. La situación fue peor en las Américas, pues las pérdidas representaron entre el 25 y el 50 por ciento. En el mismo periodo, la pérdida de empleo entre otros asalariados fue inferior al 15 por ciento en la mayoría de los países”, señaló el documento de la organización.
El director General de OIT, Guy Ryder señaló que es urgente ampliar y aplicar la legislación laboral y de seguridad social de todas las personas que ejercen el trabajo doméstico. Además, se corroboró que el déficit de protección laboral con la pandemia se agudizó, con es el caso de 60 millones de trabajadores de la economía formal.
En los lugares donde las leyes laborales y de seguridad social dan cobertura, la principal causa de exclusión e informalidad sigue siendo la falta de aplicación. Con la implementación del convenio, en ese entonces, el número de trabajadoras y trabajadores domésticos completamente excluidos del ámbito de las leyes y reglamentos laborales se redujo en más de 16 puntos porcentuales.
Finalmente, el informe detectó que el trabajo doméstico sigue siendo un sector con gran presencia femenina, se emplea a 57,7 millones de mujeres, es decir al 76,2 por ciento de las personas con esta ocupación. En las Américas, las mujeres son mayoría en la población activa del sector, mientras que, en los Estados Árabes y África del Norte, los hombres representan un porcentaje mayor (63,4 por ciento), y poco menos de la mitad del total de trabajadoras y trabajadores domésticos de Asia Meridional (42,6 por ciento).
