La fórmula compartida en toda la región, según el relevamiento de la OIT en el marco de la Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, garantizó una reducción de las tasas en el periodo previo a la pandemia del Covid-19. Esto se debe a que las organizaciones de empleadores y de trabajadores compartes los componentes claves de dicha propuesta.
Una de las estrategias diseñadas es el Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil (MIRTI), un modelo que permite anticipar la aparición del trabajo infantil en los territorios y responder de manera preventiva con políticas públicas locales eficientes.
Desde la Organización Internacional del Trabajo destacaron que el acuerdo político compartido, una inversión regional con impacto local y una red de alianzas para la reducción sostenida del trabajo infantil, fueron los tres componentes que constituyeron la fórmula de la Iniciativa Regional, la cual ha permitido una reducción consistente de esta realidad hasta 2020.
Andrés Espejo, consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y miembro del equipo de diseño del MIRTI- como parte del trabajo interagencial con la OIT-explicó que poner en marcha el MIRTI significa darles una nueva mirada a los datos estadísticos existentes en los países, optimizando los recursos con los que ya se cuenta.
Por otro lado, la inversión regional para un impacto local, bajo un ecosistema favorable para su desarrollo en la Cooperación Sur-Sur y Triangular, ha permitido que los países pongan en común sus aprendizajes y construyan respuestas solidadas para adaptarlas a su propia realidad.
“Entre diversos progresos, 6 países de la región reflejan avances significativos contra el trabajo infantil. Por ello, América Latina y el Caribe es un ejemplo de innovación que debe ser replicado en África y otras regiones del mundo”, remarcó Thea Lee, Subsecretaria Adjunta de Asuntos Internacionales del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos (USDOL).
