Aunque las tasas de desempleo juvenil han mostrado una tendencia a la baja en los últimos años, un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destaca una preocupación persistente: el alto número de jóvenes que ni estudian ni trabajan, conocidos como «ninis».
A pesar de la mejora en las cifras globales de desocupación juvenil, los desafíos para los jóvenes en el mercado laboral siguen siendo significativos, con brechas regionales y de género que agravan la situación.
El informe titulado Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2024 revela que, a pesar de que la tasa de desempleo juvenil a nivel mundial se situó en su nivel más bajo en 15 años, con un 13% en 2023, y se espera que continúe descendiendo, los jóvenes de muchas regiones y especialmente las mujeres jóvenes, no han experimentado una recuperación equitativa. En algunas áreas, como los Estados Árabes y partes de Asia, las tasas de desempleo juvenil siguen siendo más altas que antes de la pandemia.
Uno de los puntos más alarmantes del informe es el porcentaje de jóvenes que son «ninis». En 2023, uno de cada cinco jóvenes en todo el mundo no tenía empleo, ni estaba en educación o formación, siendo las mujeres las más afectadas, representando dos tercios de este grupo. Esta situación, según la OIT, está generando una creciente ansiedad entre los jóvenes, quienes, a pesar de ser la generación más formada de la historia, enfrentan enormes dificultades para encontrar trabajos decentes y seguros.
Además de la falta de empleo, el informe subraya que la calidad del trabajo para los jóvenes es otro desafío. Más de la mitad de los trabajadores jóvenes en todo el mundo están en empleos informales, y en los países de renta baja, tres de cada cuatro jóvenes sólo logran encontrar empleo por cuenta propia o trabajos temporales. Esta precariedad laboral contribuye a la inseguridad y la falta de perspectivas para un futuro estable, lo que, según la OIT, podría tener consecuencias a largo plazo para la estabilidad social.
El director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo, hizo un llamado urgente a la acción, subrayando la importancia del trabajo decente para la estabilidad, inclusión y justicia social en las sociedades.
«Ninguno de nosotros puede esperar un futuro estable cuando millones de jóvenes de todo el mundo no tienen un trabajo decente y, en consecuencia, se sienten inseguros e incapaces de construir una vida mejor para ellos y sus familias. Las sociedades pacíficas dependen de tres ingredientes fundamentales: estabilidad, inclusión y justicia social; y el trabajo decente para los jóvenes está en el centro de los tres», explicó Gilbert F. Houngbo, Director General de la OIT.
Los autores del informe subrayan la necesidad de fortalecer las bases del trabajo decente para reducir la ansiedad de los jóvenes frente al mundo laboral y garantizar un futuro más justo e inclusivo para todos. La OIT también insta a una mayor inversión en la creación de empleo, especialmente dirigido a las mujeres jóvenes, y en la mejora de la cooperación internacional para enfrentar las desigualdades globales que afectan a la juventud.
